lunes, 1 de diciembre de 2014

El Milagro de Mestalla.



Estalló el banquillo del FCBarcelona. Todos sus componentes saltaron al terreno de juego mientras Luis Enrique, con los puños apretados, agitaba los brazos con violencia antes de abrazarse a Unzúe. Por otro lado, los jugadores se fueron a la esquina de Mestalla: Messi y Neymar, alzaban los puños en señal de victoria a la par que Piqué mostraba orgulloso de nuevo la elástica azulgrana como lo hiciera en otros tiempos, en noches históricas. Era el minuto 93 y el Barça acababa de mover las montañas con su propia fe, devolviendo la ilusión a su gente y ganando la confianza necesaria a estas alturas de competición. Necesitábamos algo así, nos debían una de estas.

Aguardábamos impacientes y recelosos el partido de Valencia. Sabíamos que iba a ser uno de los mayores obstáculos en el camino y que por aquí habían pasado grandes equipos como el Atlético de Madrid del Cholo Simeone, que se sintió por primera vez vulnerable en el terreno valencianista. Los chés, que no habían perdido esta temporada en casa encajando tan sólo 3 tantos, volvieron a formar con un intenso 4-3-3, ordenado, sólido y funcional, combinado con una alta presión - que podía retomar los fantasmas anteriormente vividos en París o Madrid -, añadiendo la calidad de sus jugadores y la diversidad de opciones que muestra en su juego. Igualado el alzamiento de armas, había que llevarse el choque en intensidad, decantarlo por un terreno emocional que logramos recuperar después de mucho tiempo.

Luis Enrique aprendió de los errores. Colocó por primera vez un doble pivote en el centro del campo, con Busquets de interior para ofrecer apoyos a Xavi y Messi en la circulación - superando líneas de presión en triangulaciones -, a la vez que podía aportar labores de recuperación a las contras del Valencia. Sé que muchos criticarán este dibujo, pero Lucho no hizo más que recuperar el centro del campo que le valió a Guardiola su última victoria en Mestalla, donde solía formar con Busquets y Keita. Además, el buen resultado de Mascherano jugando de pivote en Nicosia, es la mejor noticia para un míster que se encuentra con mejores alternativas, donde solo Alves se sintió perdido ante la ausencia de Rakitic, que realiza muchas más funciones de las que parece en el trabajo defensivo, o como vimos en el último tercio, dando estabilidad al conjunto. Por mucho que cambie los nombres, la idea táctica de la medular sigue siendo la misma: recuperación-transición-conexión con el ataque, si bien hay que trabajar para que las nuevas posiciones y las distintas funciones logren acoplarse y entenderse en mayor medida. Esta falta de costumbre, por momentos hizo crecer al conjunto ché, que haciendo buen uso de un gran despliegue físico, llegó a superar con claridad la línea de 3 blaugrana y plantarse cerca de la meta de Bravo, inconmensurable anoche. Pero como hemos aprendido de otros compromisos, aguantar el envite físico del rival asegura un último tramo de ofensiva total azulgrana, que nos condujo a la victoria definitiva.

Triunfo que llegó por puro orgullo, auténtica fe que demuestra que todos van a una en este proyecto, que los jugadores creen en este equipo. Con el Valencia agotado, Lucho introdujo cambios en el once dando entrada a más velocidad, buscando un fútbol directo que aprovechara la cansada espalda de la zaga valencianista. Neymar y Leo, saliendo de la zona de conflicto para generar ocasiones, volcaron al Barça contra la meta de Alves los últimos 15 minutos, como no recordábamos desde hacía mucho tiempo. Todos fueron y todos fuimos a por un gol que llegó tras el tercer corner consecutivo, donde Piqué de ariete fue clave, reincidiendo en la importancia de recuperar a nuestros centrales con calidad técnica. Algo más que tres puntos volaron hacia la ciudad Condal, en un triunfo que convalida por la derrota sufrida ante el Celta de Vigo, que regenera ilusiones, impulsa la moral, y motiva a una plantilla que quiere más. El trabajo debe de seguir presente, pero nadie nos quitará la sensación a final de curso, de saber si lo que logramos fue gracias aquel minuto 93 en Mestalla.

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