domingo, 9 de noviembre de 2014

Hasta que llegó su hora.



Cuando Pep Guardiola en verano del 2009 decidió cambiar a Eto´o por Ibrahimovic, muchos no entendieron el trueque una vez levantada la triple corona, y le llovieron las críticas a expensas del rendimiento que podía ofrecer el delantero sueco. Si bien el equipo por aquel entonces perdió carácter y mordiente en el ataque, el técnico catalán buscaba nuevas alternativas ofensivas que pudieran exponer diferentes planteamientos a nuestros rivales, así como progresar en los aspectos más débiles del conjunto. La experiencia que pudo resultar más o menos deseable, en cierta medida condujo a un éxito en el campeonato nacional que hace una temporada se perdió, en campos de Valladolid y Granada. Cuando anoche la historia parecía repetirse, cuando los azulgranas parecían más tocados, justo en el momento que íbamos a hincar la rodilla sobre la arena del Mediterráneo, en ese momento apareció el factor diferencial de la nueva campaña. Luis Suárez sobresalió entre las sombras, recogió el testigo y entró como una bocanada de aire fresco para que el FCBarcelona, desde el suelo y sin aliento, muriera con las botas puestas en un acto de fe, que puede dar lugar al golpe anímico necesario, un punto de inflexión en la campaña.

Sospechábamos las bazas de la UD Almería para sacar su partido adelante. Atrincherados cerca de su portería y liberando las bandas para que el Barcelona se perdiera en centros al limbo, esperaba paciente a que los disparos al aire de los culés le terminaran por dejar sin munición, a la par que buscaban los espacios haciendo daño con la punta de velocidad de Thievy, por el que encontraron el botín del gol. Quizá por ello, Luis Enrique probó con los primeros métodos del año, volviendo a juntar a Munir y Pedro en ataque a la figura de Leo, y esta vez, apostar por Adriano en el bando diestro en busca de mejor puntería, desconfiando de los atascados gatillos de sus laterales derechos. Sin embargo, la banda rojiblanca se salió con la suya y llegaron al descanso desbaratando los planes de los hombres de Lucho.

Adriano y Mascherano, ambos fuera de sus posiciones originales, tuvieron dificultades para coordinarse en defensa y Francisco incidía a sus atacantes que aprovecharan las dudas posicionales de los blaugrana. Las opciones iban escaseando, y alimentadas por un centro del campo anárquico y desorientado - que nunca llegó a servir de transición entre la defensa y el ataque -, se encomendó el último cartucho a las figuras ofensivas de Neymar y Suárez como recurso final para ponerse en pie, quitarse el polvo y no perder de vista el duelo liguero al que se seguimos haciendo frente. Acusados por las prisas, un equipo que se mostraba impreciso y confuso, comenzó a encontrarse a la sombra de su sombrero, buscando soluciones por dentro, fijando a los centrales y colocando a Messi en la retaguardia con la mira puesta en encontrar los flancos más débiles de los andaluces.

Los resultados terminaron llegando. Si Zlatan distaba de las características de Eto´o, y Villa a la postre se escoró a la lateral para dejar vía libre al famoso falso 9 de Messi, Suárez significó un nuevo hallazgo para el séptimo de caballería azulgrana: es el primer delantero en años que sabe jugar de espaldas al arco. El uruguayo se movía con soltura por el área del Almería, retuvo cuando quiso, profundizó cuando pudo, y asistió a sus compañeros Neymar y Alba para devolver la esperanza del triunfo. No llegó a fusilar sobre la portería de Rubén, pese a que estrelló un balonazo en el travesaño y se le fue por poco cuando chutó en desplazamiento. Si Almería vio nacer a Clint Eastwood con la trilogía del dólar, un 8 de Noviembre descubrió el mejor arma del Barça de Luis Enrique. Tocó esperar, pero ha llegado su hora.

No hay comentarios:

Publicar un comentario